Practicando el Crossover
Alejandra Ruiz de Alda Donado- CROSSOVER
DORA Y MARCO
La historia es la real de la serie de
Marco. El chico trata de buscar a su madre, pero necesita ayuda de compañeros a
los que se les dé bien buscar y encontrar… ¿y quién mejor que Dora la Exploradora?
Dora la Exploradora estaba se encontraba
en Génova, completando su última misión: encontrar a Amedio, el primo de su
amigo mono Botas. Recorrieron todo el pueblo, preguntaron en colegios e
iglesias, hasta dar con el Abuelo Giácomo. El viejo bonachón les habló de
Marco, un niño que vivía con su padre y su hermano al pie de las montañas. Con
la ayuda de El Mapa llegaron a la pequeña plaza en la que vivía Marco, pero el
chico no estaba allí. Al parecer, Marco había salido en busca de su madre esa
misma mañana, camino al puerto. Dora no dudó en ponerse en marcha y caminó
hasta el puerto con sus amigos. Al llegar, vieron a un chico moreno con una
criaturita blanca en el hombro. Botas, que no veía a su primo desde hace años,
reconoció instantáneamente el pelaje de Amedio.
-
¡Eh!
¿Quién eres tú? ¡Deja a mi mono en paz! – exclamó Marco asustado al ver a botas
abrazar entusiastamente a Amedio.
-
Tranquilo,
Marco. Es mi primo Botas- explicó el pequeño primate de pelaje blanco. -
¡Cuánto te he extrañado!
-
¡Yo
también a ti! Llevo días buscándote. Si he conseguido llegar ha sido gracias a
mis amigos, Dora la Exploradora y El Mapa.
-
Hola,
Marco. Botas estaba muy ilusionado por encontrar a Amedio. No ha sido un viaje
fácil, pero con alegría todo se consigue- comentó Dora amablemente.
-
Me
alegro de conoceros, pero yo… nosotros… tenemos que hacer algo. No podemos
quedarnos en Génova. Tengo que encontrar a mi madre.
-
¿Sabes
dónde está? - preguntó El Mapa.
-
Vive
en Argentina. Ya no recibo sus cartas… necesito saber cómo está.
-
Yo
puedo ayudarte a llegar a Argentina – aseguró El Mapa- y Dora y Botas también.
-
¿De
veras? ¿Haríais eso por mí? – preguntó Marco, conmovido.
-
¡Por
supuesto! – exclamaron los tres al unísono.
Así pues, Marcos y su mono Amedio,
acompañados de Dora la Exploradora, su amigo Botas y El Mapa, partieron hacia
Argentina en barco. El trayecto fue largo y complicado, con días de tormenta
que hicieron que los niños se asustaran más que nunca. Tardaron veintisiete
días en llegar al puerto de Argentina. Una vez allí, Marco leyó una y otra vez
todas las cartas de su madre para encontrar pistas de dónde podría estar.
El grupo salió en marcha de Anna sin
demasiadas pistas. Cada día pasaban la noche en hostales, que pagaban con el
dinero de los ahorros que Marco consiguió trabando semanas atrás. Preguntaban
en talleres, tiendas y comercios si alguien conocía a la bella mujer que
aparecía en la foto que Marco llevaba siempre consigo, pero nadie sabía de
ella. Un día una mujer reconoció a Anna, y les explicó que la familia para la
que trabajaba había trasladado su residencia a Córdoba. Tras pasar una noche en
La Boca, los chicos, siguiendo el camino de El Mapa, se embarcaron para
remontar el Río Paraná con destino a Rosario, desde donde les dijeron que les
sería más fácil llegar a Córdoba. Pero al llegar allí no encontraron a las
personas que buscaban. Se encontraban en una situación difícil ante la falta de
dinero para pagar el ferrocarril que los llevaría, durante un día de viaje,
hasta Córdoba. Sin embargo, la ayuda de un grupo de emigrantes italianos les
proporcionó el dinero necesario y tomaron el mencionado ferrocarril.
Con la llegada a Córdoba no acabaron los
problemas. Al llegar a la casa del ingeniero Mequínez, para quien trabajaba su
madre, comprueban que, una vez más, se ha mudado, marchando a Tucumán. Consiguieron
convencer a un comerciante que se dirigía a Santiago del Estero para que los
llevasen en el tramo común del camino, viajando así durante más de dos semanas
en un carro tirado por bueyes que los dejó junto a la Cordillera de los Andes,
desde donde marcharon a pie hasta Tucumán.
Gracias a El Mapa consiguieron llegar a
esta ciudad, y tras dirigirse a una finca situada a una jornada más de marcha, los
niños, finalmente, encontraron a su madre.
-
¡Madre!
¡Madre!- exclamaba Marco abrazando a Anna – Mamá, ¿qué te ocurre?
-
¡Marco!
¿cómo has llegado? ¿por qué estás aquí?
-
Me
han ayudado mis amigos, mamá. ¿Qué te ocurre? ¿Por qué estás en la cama?
-
Hijo…
estoy muy enferma. Llevo semanas de tristeza pensando en vosotros. Tienen que
operarme, pero me encuentro sin fuerzas.
-
Mamá,
por favor, cúrate- sollozó Marco- he venido porque te necesitamos, tienes que volver
a casa. Mis amigos nos ayudarán a volver si te operas.
-
¿Tus
amigos?
-
Hola,
señora Rossi. Me llamo Dora. Mi amigo Botas es el primo de Amedio. En el viaje
conocimos a su hijo, y decidimos ayudarle. Gracias a El Mapa le encontramos, y
con él podremos regresar a Italia.
-
Mamá,
por favor, hazlo por nosotros. Hazlo por papá y el hermano, que te esperan en
casa.
-
Llevas
razón, hijo. Hoy mismo hablaré con los médicos- decidió Anna finalmente.
Los médicos rápidamente accedieron a operar
a Anna. Aunque fue una operación larga, no tenía peligro. Marco y sus amigos
ayudaron mucho a Anna los días siguientes para recuperarse. Al cabo de un par
de semanas, la madre de Marco se encontraba bien y estaba preparada para
partir.
Una vez más, El Mapa y Dora ayudaron a
Marco a volver a su hogar. Esta vez, sabiendo claramente a dónde iban. Anna compró
mucha comida deliciosa para el viaje, y gracias a ella se hospedaban en las
mejores pensiones. El viaje en barco fue divertido, los chicos se lo pasaron
estupendamente con más niños de su edad. Amedio y Botas se divirtieron con
otros monos en el crucero.
En dos semanas la familia estaba nuevamente
reunida en Génova, feliz y unida. Dora y sus amigos volvieron a casa con una
experiencia inolvidable.
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