Un día en mi rutina audiovisual

Antes de consultarlo en internet, pensaba que consumía alrededor de 2 horas diarias en contenidos audiovisuales. Cuando vi que la media está en 5-6 horas me sorprendí. Quizás sea demasiado, pero, en mi caso, no me priva de más vida social. Por ejemplo, gracias a Twitter he conocido a una chica que vive en Martinica (de habla francesa, aunque hablamos en inglés) que tiene mi edad y unos gustos muy parecidos a los míos. El verano que viene voy a ir una semana a Martinica y ella va a venir una semana a España. Quiero decir, que, si se usa con cabeza, el teléfono puede ser estupendo y sorprendernos con la de cosas buenas que podemos sacar de él. Sin embargo, hay algunos jóvenes que se dedican a utilizar el teléfono para juegos que se basan en matar personas, cultivar huertos o crear tu propia ciudad. Me parece estúpido e inútil, no creo que se pueda sacar nada bueno de ello.
Me sorprendió la cantidad de veces que puse “a diario” en la frecuencia de uso de los medios de comunicación o redes sociales. El horario desglosado no me sorprendió demasiado, porque pensé “bueno, durante estas dos horas lo miro esporádicamente, no paso el rato entero”. Aun así ya era consciente de que uso demasiado el teléfono.
Mi consumo audiovisual no tiene nada que ver con el que tuvieron mis padres con mi edad. Ellos veían la televisión y escuchaban la radio, como mucho. Y tampoco con mucha frecuencia. Hoy una persona no puede pasar un día normal sin ningún tipo de consumo audiovisual.
Hay que mencionar que no es lo mismo estar leyendo tweets que ver una presentación de filosofía. Con esto me refiero a que los contenidos que suelo consultar en el móvil son para puro entretenimiento. Aunque eso no quita que no aprenda cosas; la mayoría de las personas a las que sigo en Twitter, por ejemplo, son de habla inglesa. Aunque parezca una tontería, he mejorado bastante en inglés gracias a ello. Pero para referirnos a contenidos elaborados hablamos de programas de ordenador que usamos diariamente y que realmente nos aportan cosas y nos facilitan la vida (por ejemplo, la plataforma del IEDA).
Veo muchísimos tipos de contenidos. Twitter e Instagram me proporcionan las últimas noticias de las cosas que me gustan diariamente, contenido humorístico, político, contenido musical… Para estudiar utilizo Google, que me da información. En Youtube veo desde videoclips de mis cantantes favoritos a videotutoriales de filosofía.
Supongo que, si estoy tratando de entender un contenido escolar como un tema de Historia, debo estar más concentrada que para leer tweets. Por ejemplo, en el primer caso no podría ser capaz de escuchar música al mismo tiempo, mientras que en el segundo preferiría estar escuchándola.
La duración de los contenidos es muy variada. Un programa de televisión dura más o menos una hora, mientras que una canción de Spotify suele durar 3 minutos. Un vídeo en Twitter puede durar como máximo 2 minutos y 20 segundos, y en Instagram 1 minuto. Hay vídeos en Youtube de 5 segundos y de 5 horas. Este ámbito es muy variable y depende de muchas cosas.

Hay mucha gente que asegura que hay que mejorar nuestro consumo audiovisual. Yo creo que antes se debe analizar qué contenidos realmente no son productivos o útiles para nosotros. En mi caso, yo no creo que el uso que hago de las redes sociales sea perjudicial para mí (aunque mi madre diga lo contrario), al igual que tampoco lo es escuchar música, leer artículos informativos o ver una película o una serie. Si una persona hace un consumo excesivo en contenido audiovisual tipo videojuegos, creo que antes es fundamental recapacitar sobre qué le están aportando. Cuando sea consciente de ello a lo mejor se replantea pasar tanto tiempo al día jugando. 

Comentarios

  1. Excelente y lúcida reflexión sin duda. Suscribo totalmente tus palabras. Saludos.

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